domingo, 26 de septiembre de 2010

El totalitarismo sindical del PIT CNT; una brevísma reflexión


de Federico Leicht, el Martes, 30 de marzo de 2010


La campaña electoral del PIT-CNT, interviniendo para asegurar un segundo gobierno del Frente Amplio, es una pústula en la historia del sindicalismo. La demagogia político partidaria encumbrada en el movimiento sindical es artera, en tanto trata de “decir sin decir”; una camaleónica disrupción de sus deberes como entidad unificadora de hombres y mujeres libres. Hablando claro, la actual dirigencia sindical peca de totalitaria -y fascista- en tanto no contempla principios esenciales como el de que cada trabajador es libre de tener la preferencia política y filosófica que entiende correcta y de expresarla activamente en los ámbitos que corresponden.

La falsa oposición planteada desde el amarillismo sindical, entre una “profundización de los cambios” y “un regreso a las políticas neoliberales de los noventa” no se corresponde con la realidad. Es una grosera deformación de la historia sostener que eso se reduce a una guerra contra Luis Alberto Lacalle. Si entendemos “neoliberalismo” por políticas como la privatización de los activos del estado, la desregulación laboral, la apertura comercial indiscriminada, el fomento de las inversiones multinacionales, el cumplimiento estricto con las recetas del FMI o la extranjerización de la tierra, en la lista se debe incluir a Julio Ma. Sanguinetti, a Jorge Batlle y por supuesto a Tabaré Vázquez, quien ha recurrido a los mismos principios de administración que sus predecesores, disfrazándolos con un discurso de horizontalidad, socialización, inclusión, democracia y participación que de hecho nunca existieron.

Decir que desde 1985 a la fecha, todos los gobiernos han sido lo mismo para los trabajadores, sería decir la verdad. Esa sería una orientación consecuente contra el neoliberalismo y este falso progresismo que ni siquiera es reformista. Una verdadera central sindical debe tener siempre presente que mientras (sobre) vivamos en una sociedad explícitamente capitalista ningún gobierno será el gobierno de los trabajadores.

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