martes, 10 de mayo de 2011

Preparad los cuchillos...




"Preparad los cuchillos,
aguzad las navajas,
calentad al rojo vivo los hierros,
id a las fraguas,
que os pongan en la frente el sello de la Justicia..."

(León Felipe)



Tuya es la hacienda,
la casa,
el caballo
y la pistola.



EE.UU. es, obviamente, el Estado “moderno” más visiblemente responsable del profundísimo desprestigio ético del capitalismo como sistema social opresor “técnicamente” alternativo al esclavismo y al feudalismo.

Es, en todo caso, el estado que “mejor” hereda del esclavismo y el feudalismo --a pesar de las diferencias formales--, conceptos y valores que son componentes sustanciales de un contenido filosófico-ideológico fuertemente egoísta y despótico, contrario, en última instancia, al carácter social del ser humano y al progreso positivo de la sociedad.

Puede afirmarse que EE.UU. es el paradigma opresor llevado a extremos brutales, la materialización más cruda de un cuerpo de ideas sobre el que se fundan y sostienen todas las variantes del autoritarismo y la arbitrariedad sistematizados y “perfeccionados” desde el momento en que el rumbo de la historia quedó signado y determinado por desigualdades relativas respecto al acceso a las fuentes del sustento diario en tiempos de tremendas penurias en pos de una sobrevivencia que no pudo desarrollar la experiencia única y potencialmente hermosa del comunismo primitivo (es decir, de una sociedad sin clases, sin explotados ni explotadores, que en aquella época tan lejana vió truncada su evolución hacia formas superiores y enriquecimientos cualitativos desde el punto de vista esencialmente humano, para derivar en los hechos hacia formas superiores únicamente en lo material y hacia enriquecimientos utilitaristas no precisamente sociales, sino estrictamente privados, elitistas y surgidos de la prepotencia y el poder de las armas).

Esta descomposición ética de la cual los EE.UU. es su emblema más claro y más trágico, no tiene otro remedio que la abolición total de un capitalismo devenido en imperialismo estéril y retardatario, que no puede admitir que el mismo desarrollo material posibilitado por las formas de la explotación y la dominación burguesas, haya evolucionado hacia capacidades reales de las fuerzas productivas humanas que vuelven a colocar al ser humano en condiciones de vivir sin relaciones de dependencia, esta vez teniendo ante sí un abanico inconmensurable de potencialidades que lo alejarían totalmente del reino de las penurias por la subsistencia, para desarrollar –sin hambre y sin zozobras económicas-- una vida plena y creativa en la que el único y sagrado reinado sea el de la libertad.

Naturalmente que este rol súper despótico y avasallador de los EE.UU. perseverantemente asumido desde por lo menos finales de la segunda guerra mundial interimperialista, es el que le ha valido el premio de ser considerado propiamente “el imperio”, habiendo en esta conceptualización, sin embargo, muchísimo de lo ideológico superficial que con frecuencia nos conduce a errores de apreciación y, consecuentemente, a encares poco racionales de nuestra misma lucha anti-imperialista y anti-capitalista.

Veamos:

La bestialidad yanqui y de sus socios belicistas, es de tal magnitud, hoy, que su impacto psicológico produce en el imaginario colectivo de los pueblos –con la ayuda engañosa de los medios masivos de comunicación, por supuesto, y, colateralmente, de nuestras involuntarias “ideologizaciones”-- una especie de disociación entre el imperialismo y el mismo capitalismo del que aquel es genuina expresión y producto histórico inevitable y culminante del propio desarrollo capitalista, ya en plena decadencia y esterilidad sin vuelta desde al menos la guerra de Vietnam, en el tercer cuarto del siglo XX, en la que la resistencia de todo un pueblo de obreros y campesinos convertidos en heroicos guerreros de la autodeterminación popular, destrozó a las fuerzas militares imperialistas invasoras más poderosas del mundo y de toda la historia, obligándole a una retirada tan cobarde como la misma agresión antivietnamita, que lo fue en realidad del sistema capitalista todo, como unidad de pensamiento y acción más allá de fronteras y mucho más acá de los intereses de las mega-corporaciones monopólicas, sin patria, sin nación y sin más bandera que la del saqueo y el genocidio, arrasando incluso con sectores sociales locales o nacionales, “razonablemente” leales al capitalismo y siempre obedientes a los designios imperiales.



Mía es la voz antigua de la tierra.

Las formas brutales y despiadadas en el plano mafioso-militar generalmente vanguardizadas por los EE.UU., simulan en los hechos desprenderse de los propios contenidos filosóficos y los parámetros éticos matrices del sistema, sugiriéndonos “espontáneamente” que imperialismo y capitalismo son cosas distintas y hasta opuestas entre sí, eventualmente. Es más: hay también como una disociación perceptiva entre imperialismo a secas e imperialismo yanqui, ganándose éste en exclusividad, casi, las puteadas de la humanidad no adormecida o aletargada por la desinformación ultramasificada y la prédica adulona de los mercenarios del “cuarto poder”.

A nivel sensible, EE.UU. se nos aparece propiamente como “el imperio”, como el Estado del imperialismo --y en cierto modo lo es, ¿qué duda cabe?--, pero el imperialismo yanqui se nos aleja del imperialismo, y éste, del capitalismo, en una vaporosa y fantástica visión de la historia presente –estimulada por las atrocidades realmente “diabólicas” que vemos a diario--, cual si los EE.UU. fuese “el demonio omnipotente e ingobernable” que le hace zancadillas al progreso capitalista, en lugar de ser lo que es: su alma, sus nervios y sus puños chanchos y rastreros de golpear bajo y duro aún en la más inexorable agonía.



Otra manifestación del mismo fenómeno de disociación aparente de formas y contenidos --de sistema capitalista y de las acciones punitivas del mismo sistema--, es la que ocurre sobre todo en el área del capitalismo dependiente con las fuerzas represivas locales a su servicio: la represión, sobre todo si es aguda y sostenida, se nos presenta como “el tema”, como lo urgente desconectado del andamiaje despótico del capitalismo, como algo que nada tendría que ver con la clase burguesa a la que la violencia institucionalizada sirve obedientemente aún excediéndose muchas veces en su “celo profesional”, hasta llegar, íncluso, a creerse infantilmente sustituyendo a la crema burguesa como casco del dominio político-ideológico imperante.

Este asunto de la “demonización” de la brutalidad con la que los burgueses parecen no tener nada que ver, a escala mundial y localmente, el sistema lo maneja muy hábilmente, lo manipula con verdadero profesionalismo sagaz y con un triunfalismo pizarrero más persistente que el del fanatismo de las “barras bravas”, que golpean y matan a la salida del estadio, y luego se van tranquilamente como buenos y tranquilos ciudadanos que hasta ponen el grito en el cielo por “la violencia en el deporte”.

El sistema integra al sistema hasta la misma disociación artificial entre el modo de producción chupasangre-organización política y el aparato represivo-coercitivo productor del terrorismo de Estado que le es funcional y que, en primera y última instancia, está sujeto a los designios de la clase dominante más allá de si circunstancialmente algún general o comisario se cree Nerón o Napoleón.

El sistema es maestro en materia de distracción. Ha sido históricamente un rayo presentándonos las formas como algo absolutamente descolgado de los contenidos (formas que, por otra parte, en el caso de las agresiones bélicas de connotación internacional, se corresponden directamente con la misma base económica, en la medida que son también gigantescos negociados funcionales a la reproducción del capital –industria armamentística, la construcción, los laboratorios, el asistencialismo “inocente” de las ONGs-- y neutralizadores de la crisis permanente de superproducción y de siderales plusvalías irrealizables en “la paz del libre mercado” en el que son cientos y cientos los millones de seres humanos que ni cuentan ya como consumidores básicos, siquiera).

El sistema, paradójicamente, se protege a sí mismo e intenta exhibir cierta “solvencia ética”, apareciendo como distante del aparato “industrial” de su violencia de clase, incapaz de controlar a sus propios mercenarios, colocándolos incluso, si cuadra, en el banquillo de los acusados por “delitos de lesa humanidad” cuando hay que ejecutar a algún cabeza de turco inmolado a prepo “por el bien de los suyos” y del sacrosanto mercantilismo burgués.

El sistema esconde al sistema, efectivamente, y así nos van vendiendo el cuento siempre renovado de que “algo puede mejorar”, de que “aún hay posibilidades de dar con un capitalismo más humano”, etc., etc., etc… (y seguramente más de un burgués “de buenos sentimientos”, se la cree… allá él, siempre y cuando no nos contagiemos nosotros de una ilusión que solamente puede tener “razón de ser” en las neuronas con cola de paja del buen burgués “de buenos sentimientos”, que abundan y que son los mismos que a la hora de cumplir un convenio con el sindicato, se lo pasan por el forro., y, si es preciso, te llaman a los “geo” para que te caguen a cachiporrazos y te entreguen al “Sr. Juez” que pondrá las cosas “en su lugar”, en caso de que te hagás el revolucionario…).



Tú te quedas con todo
y me dejas desnudo y errante por el mundo...

Autoreivindicado por la burguesía mundial como forma superior e insuperable de organización social a la que puede aspirar la especie humana, el capitalismo atraviesa, sin embargo, por una bancarrota moral de tal profundidad, extensión y permanencia en el tiempo, que en los hechos dificulta la percepción clara de que en realidad su inconsistencia ética es decididamente congénita, crónica y, esta sí, absolutamente insuperable.

El déficit ético del capitalismo es su propia naturaleza vital-letal, y hay que afirmar y reafirmar que ES LA AUSENCIA ABSOLUTA DE ÉTICA LA QUE VA SALVANDO AL SISTEMA DE SU DEFINITIVA E IRREVERSIBLE DERROTA, por ahora.

El parasitismo burgués mutado en corrupción moral lisa y llana, se escuda y se oculta a sí mismo en sus propias secuelas de degradación y descomposición expresadas en lo decididamente criminal cotidiano. Como clase, la burguesía practica una especie de hipocresía autocondescendiente muy semejante a la actitud del “pecador” que cree en las bondades sublimes de la confesión o del deprimido perpetuo que confía demasiado en la consulta psicológica y nada en absoluto en sus propias reservas anímicas.

La burguesía como tal –que al fin de cuentas es una clase, sí, pero que está comandada por una casta a la que se debe sí o sí— es la hipocresía organizada y autojustificada. Sus extremos de insanía y cobardía, han llegado más lejos, muchísimo más, que los extremos a los que llegaban los amos y los señores feudales de la edad media, cuyas exterminadoras cruzadas “cilivilizadoras” y sus cacerías de brujas, son un poroto al lado de lo que estamos presenciando y sufriendo a diario en el mundo entero, incluido el paradisíaco “paisito” al que subrepticia y tranquilamente le viene apareciendo el forúnculo altamente infeccioso de las razzias barriales en pos de una “seguridad ciudadana” que no necesitan los que viven en la seguridad total de la explotación y el abuso religiosamente practicado.

Los extremos de la bestialidad capitalista adquieren, así, la apariencia del “descuido”, la “desidia”, la “indolencia”, la “desprolijidad” circunstancial, lo “corregible”… Lo esencial se nos aparece como fenoménico; las formas se nos presentan como distantes y ajenas a los contenidos; las causas de fondo se desdibujan y se visten de efectos, retroalimentándose de esta manera la ilusión generalizada y cultivada regularmente, de que el sistema capitalista existe en función del bienestar social y que, bueno, desgraciadamente, de vez en cuando a algún Obama u Osama o Hitler o Bush, o Bordaberry o el Goyo o… (¿cómo mierda se llama el próximo posible?), se les va la mano, pero, luego –muy luego—“se hace justicia”…

Es decir, hace justicia el mismo sistema que práctica la injusticia como modo de vida y razón de ser.



mas yo te dejo mudo... ¡Mudo!

Lo que está en crisis terminal en la “moderna” explotación del hombre por el hombre, es su propia naturaleza antihumana, anacrónica, a-histórica e irracional. No sus formas. Éstas no son otra cosa que su manifestación cruda y tenebrosa.

“Antes del capitalismo, la barbarie y el atraso; después del capitalismo, la nada…”, nos dicen todavía los rostrudos de la producción de ideología fascista aggiornada y cotidiana.

Esta parecería ser la fórmula fatal a la que siguen pretendiendo asirse y asirnos, los publicistas de un sistema de relaciones sociales fundadas en un modo de producción ya surrealista, a estas alturas, y que en nada se diferencia de la situación de la pandilla que nos copa la casa, se come todo lo que hay en la heladera, se viola a nuestras hijas y nuestras compañeras, se lleva todo, y, si te hacés el loco, te mete un plomo entre ceja y ceja y se toma los vientos en el auto que afanó un rato antes a la vuelta de la esquina y que tal vez lo espera manejado por un “agente de seguridad” fuera de servicio.



EE.UU. es el Estado al que el mundo entero identifica con la prepotencia y el genocidio, pero aún no como emblema y paradigma peligrosísimo del imperialismo burgués –de todo el imperialismo desparramado por todas partes-- jaqueado por sus propias contradicciones genéticas y su fatal esterilidad civilizatoria.

EE.UU. no puede ni quiere detenerse a reconsiderar la forma –las formas-- en que pretende preservar una hegemonía mundial que prácticamente se reduce hoy al plano militar-policíaco, llevado a extremos de tal magnitud y sistematización, que de hecho caen como electrocutados en la silla eléctrica hasta aquellos “valores” o “principios éticos” a la manera burguesa, que venían salvándose, a gatas, como expresión residual de una concepción filosófico-ideológica que pretendía contemplar, escasamente, el “interés humano” a pesar de la naturaleza verdaderamente antihumana sobre la que descansa desde siempre un modo de producción que en sí mismo no representa ya ningún “progreso” comparativo respecto al esclavismo y el feudalismo, sino, por el contrario, representa el atraso y la regresión más absoluta hacia la “infancia” de las castas que hicieron moco el comunismo primitivo, para colocarnos en este hoy en el que hay que cuestionar y superar hasta el mismo concepto prevaleciente de “progreso social”, incluidos, seguramente, aspectos del mismo concepto marxista de “progreso” y “desarrollo social”. En cualquier caso, ni restos pueden quedar de potencialidad progresista, en un modo de producción irracional de palmo a palmo, sólo sostenido en la fuerza bruta y el engaño masivo.



Hasta aquí, algunas ocurrencias desordenadas surgidas el día del cumpleaños 193 de Marx, mientras la “tele” atomiza con el supuesto asesinato de Bin Laden y con los prolegómenos inquietos e inéditos de la consideración parlamentaria de una “ley interpretativa” de la impunidad, impuesta por los adalides internacionales en materia de “impugnación” de los excesos represivos que al parecer no tienen nada que ver con la defensa criminal del sistema, que es imperialista y asesino porque es capitalista, sencillamente.



¿Y cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción?




Tras las ocurrencias, nada más que unas preguntitas “en voz alta” (**):



¿Las razzias en los “barrios rojos” montevideanos --con su despliegue ornamental y pertrechero igualito-igualito al de las tropas invasoras de Irak, Afganistán, Pakistán, Haití a inda mais que vemos en la tele— son alardes amedrentadores dirigidos a potenciales revolucionarios con tenencia de armas y berretines y ensoñaciones guerrilleras de loco bicentenario insurreccional, incubado en la marginacion y la exclusión brutal de asentamientos, cantegriles, “pueblos de ratas”, etc., verdadera universidad de delincuencia y drogadicción prolijamente funcionales al sistema y metódicamente alimentadas por él, y no precisamente universidad de valores y expectativas humanas donde puedan germinar movimientos revolucionarios o algo semejante?.

¿Son solamente represión populista para satisfacción de fachos soliviantados y tranquilidad de gente de pueblo lógicamente conmovida y aterrada por la delincuencia juvenil?.

¿O son, fundamentalmente, ensayos de entrenamiento y acorbadamiento preventivo accesorio a la utopía de un “salvataje” burgués que en menos de lo que canta el gallo se vendrá abajo como castillo de naipes, aquí también, de resultas de una auténtica y monumental debacle económica que ya empezó a desplegarse sin remedio y sin posibles paréntesis de relativa tranquilidad y que necesariamente producirá el aquelarre social mundial, que estallará como múltiples granadas de fragmentación, y al que no podrán encarar al unísono las fuerzas militares yanquis y sus socios sujetos a ellas, invadiendo el planeta entero, sino que el grueso de la situación quedará en manos de las fuerzas represivas locales de cada región, no haciendo otra cosa que cumplir el rol histórico de su existencia como parte sustancial del Estado burgués?




Porque yo fui el que dijo:
"Preparad los cuchillos,
aguzad las navajas,

Sea como sea, poner las barbas en remojo y las antenas autodefensivas bien dirigidas, no está nada de más, como no lo está tampoco el machacar incesante en cuanto a que lo que ya hubo de fascismo práctico y lo que puede haber todavía, no fueron ni serán “errores” o “excesos” de algún demonio etéreo y caprichoso ajeno a la defensa celosa y brutal del sistema capitalista-imperialista en caída estrepitosa, sólo apenas atenuada por los gentiles servicios de quienes nos siguen predicando un “paso a paso” hacia el socialismo, que en los hechos es el paso a paso hacia atrás –el de las ilusiones de conciliaciones imposibles--, o, a lo sumo, la ausencia tan siquiera del paso a paso mínimo hacia adelante.

Hagamos lo imposible para no congelarnos en un presente que a todas luces, sin necesidad de mucho análisis, nos muestra ya claramente cuál es el rumbo inmodificable de la historia y cuál será el precio que habremos de pagar de no prestarle atención –o por haber sido vacilantes, condescendientes y pusilánimes— a la brújula infalible de la conciencia y el instinto de clase, ése que sin mucha letra, permite olfatear el olor a pólvora y a calabozo, sin al menos haber tenido el reflejo de decirnos:

¡Juntémonos, organicémonos en todas las variantes posibles de familiaridad y comprensión entre pobres (aún aquellas que suponen lo aparentemente imposible: ayudar a encausar positivamente vidas jóvenes llenas de resentimiento y escasez de valoración por la vida, dedicándole esfuerzos y tiempos a la militancia de predicar con el ejemplo y mostrar generosidades que sólo pueden nacer entre los oprimidos), estrechemos nuestras debilidades individuales, enlacémoslas, presentemos ante nosotros mismos ése espíritu único sin docilidad y sin apocamiento de quienes razonablemente vivimos invocando como nuestros antecesores históricos, a las mujeres, los hombres y los niños de bien abajo que sacaron a las patadas en el culo al colonialismo español y cuya única “debilidad” fue la de creer en los caudillejos que a las primeras de cambio, traicionarían la revolución oriental y para meterse hasta las verijas en la defensa de este sistema que hoy ordena razzias a troche y moche, y que mañana, cuando la salvajada miliquera produzca más muerte y más impunidad, volverá a posarla de distraído y tratará de que creamos en su “inocencia” de auténticos alcahuetes del gran capital imperialista de las multinacionales monopólicas, productoras, entre otras barbaries, de las adicciones, las miserias morales y las condiciones de vida que desde la más tierna infancia colocan en el cerebro, el corazón y las manos de la pobreza, un fierro listo para el rastrillo cotidiano y nada más, en el Uruguay y en los EE.UU.!!!.




calentad al rojo vivo los hierros,
id a las fraguas,

No hay necesidad de discutir hasta que las velas ardan, hoy, sobre “violencia popular revolucionaria”, pero sí, claramente, de impulsar y contagiar una actitud y una aptitud propicias a la defensa colectiva, fraterna y enérgica del pellejo y el entramado del alma popular y, sobre todo, de una dignidad proletaria e irreverente hacia el poder y sus alardes de inexpugnabilidad impune, que les tranque la pata con fuerza y carácter a los esbirros intelectuales y a los esbirros armados que hoy tratan de poner en escena un montaje “pro seguridad ciudadana”, que, de no detenérselo, será, sencillamente, el anticipo sin contratiempos de las fuerzas “de ocupación” de entrecasa, realizando la tarea antipueblos que no podrán asumir directamente los que hoy amasijan y bombardean a nuestros hermanos de donde sea, mientras nosotros vemos todo en la pantalla chica como algo alejado de nuestra realidad y sin presentir que esa es la inseguridad más total imaginable y nada exótica o ajena, en un mundo al que pertenecemos y que camina, sin más alternativa que la resistencia y la lucha, hacia la hecatombe final del sistema capitalista, que no habrá de ser la hecatombe de la humanidad entera a condición, sólo a condición –ni lo dudemos--, de que en todas partes entendamos y asumamos que las “fuerzas de ocupación” ya están en casa desde siempre y que ahora se pavonean no solamente uniformadas, sino también luciendo los atuendos del sagrado e hipócrita civilismo republicano que nos vendieron hace siglos más caro que el obelisco de Bulevar Artigas y el banco Transatlántico fundido y afanado por los viejos Peirano Facio antepasados de los actuales.



El imperialismo y la represión, están en casa como lo estuvieron siempre, y no se conforman con los circunstanciales éxitos de los nuevos administradores y suministradores de neoliberalismo a la criolla. No les demos vuelta la cara ni creamos que todo son alharacas de dinosaurios majaderos. Los pichones de dinosaurio y los cachorros de gorila, siguen saliendo como pan caliente de la educación terciaria pública y privada, de los aggiornados liceos militares y policiales pos dictadura, de suntuosos chalets de Punta Gorda, Carrasco y Punta del Este enrejados hasta el cielo.



Se educan para algo bien distinto a lo nuestro: defender lo que tienen, resistirse a perderlo, a como dé lugar. En Irak o en el Río de La Plata.



que os pongan en la frente el sello de la Justicia..."



¡Digámosle claramente a nuestros hijos, nuestros vecinos y nuestros compañeros de estudio y de laburo, que frente al olor de la fiera hay que reaccionar dándoles bola a los instintos humanos más primitivos y a los instintos de clase más espontáneamente aglutinantes, para que también la fiera sienta nuestro olor animal y sepa que siempre no se la puede llevar de arriba! ¡Si el olor es nada más que olor, nada habremos perdido y habremos ganado mucho en tomarle el gusto a la unidad, a la organización y a la inmensa seguridad de sabernos aptos para resistir las ofensas con nuestras propias fuerzas, sin depender de nada más que no sea un poder popular construido barrio a barrio, día a día, noche a noche, no para resignarnos a vivir como vivimos o para deambular buscando restos de nuestros seres queridos desaparecidos cuando el miedo y la división minaron nuestras reservas éticas y nos avergonzaron de una dignidad que quedó paralizada por no haber podido ver que los colmillos que nos mostraban los burgueses y sus alcahuetes, eran los colmillos de la cobardía que más se ensaña cuanto menos resistencia encuentra!.



¡Arriba los que luchan y abren los ojos para seguir luchando!. ¡El poder popular se construye primero que nada en su propia y natural preservación defensiva por más que el despliegue de los impunes se crea insuperable y nos meta pavura predicando que se actúa “sirviendo a la sociedad”!.

¡Arriba los que luchan en un mundo que será otro mundo en la lucha y la hermandad sincera que despiertan las mismas fuerzas nada demoníacas pero sí criminales que sueñan con amedrentarnos para toda la vida!.

¡Arriba el miedo hecho coraje y sentimiento de que no podrán con nosotros y que, si mañana se les ocurre de nuevo cagarnos la vida queriendo destruir el movimiento popular, otro gallo cantará, haya habido videos exorcizantes, pactos entre trasnochados o peladitos a lo Rambo en los actos fachos del 14 de abril, posándola de infelices marines descerebrados que también caen reventados por la furia de pueblos humildes pero dignos que no tienen otras armas que palos, cuchillos y buena estopa engrasada y encendida, para resistir lo que ya nadie puede tolerar así nomás en ningún rincón del planeta y en ningún rincón del alma humana que se precie de tal!!.



(**) Acomodate el hígado, tipeá en Google “envozalta”, así, todo junto, y verás lo que ni James Bond imaginó: es el sitio web de la docena de torturadores “procesados” que desde la suite de Piedras Blancas, contribuye a la agitación, la propaganda y la reorganización del fascismo de acción directa y hablar y hacer sin medias tintas, accesorio a otras instancias legales y clandestinas del reacomodo facho cívico-militar, preocupado no solo por evitar el encane de más asesinos, sino fundamentalmente por la preservación activa y dura del sistema, del que también son activos privilegiados y no simples conserjes de sable listo pa degollar por mera orden superior jerárquica. Son neo-nazis construyendo “errores” y “excesos” al por mayor en su fase virtual-mediática, elegantemente asistidos por toda la prensa burguesa, que hace lo suyo y lo hace sabiendo muy bien su función complementaria de efectos acumulativos que tienen que ver con el acostumbramiento y esa manera sutil y no tanto del terrorismo de Estado: lo sentencioso vestido de moralina, lo preceptivo apuntando a la sensibilidad de guardia baja del pueblo, las emociones y lo obsesivo convertido en pundorosos editoriales protectores de las buenas costumbres y la “paz social”. Viendo todo esto sin que ninguna autoridad ministerial o de lo que sea, haya hecho algo por impedirlo, ¿qué podemos esperar “si no de nosotros mismos”?. (¿Qué diríamos si desde el Comcar, “Libertad” o algún calabozo del INAU, los presos tuvieran su “envozalta” prolijamente desparramado por el “facebook” dando cátedra sobre cómo afanar un banco, boletear a un secuestrado o copar la casa de alguien con violación incluída?). La podredumbre está a la vista y si no la vemos y la asociamos a lo que algunos desean “salvar” para que haya un proceso de “acumulación de fuerzas” al “paso a paso”, estaremos indefectiblemente fritos, ni qué hablar. “Envozalta” es la propia impunidad del sistema, lisa y llana, con “ley interpretativa” o sin ella.



Gabriel Carbajales, para Red Latina sin Fronteras, 9 de mayo de 2011

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