sábado, 12 de octubre de 2013

La teoría del derrame

 

La riqueza no gotea ni derrama
12 octubre 2013

Astori participó este viernes en la tercera y última jornada del IVº Foro de la Democracia Latinoamericana que se celebró en México.
En dicho ámbito, el vicepresidente dijo que América Latina “ha registrado avances en el combate a la pobreza, pero sigue siendo la región más desigual del mundo”.
“En los últimos años la caída de la pobreza ha sido especialmente importante en muchos de nuestros países, pero la desigualdad persiste”, aseguró Astori, según informó la agencia de noticias EFE.
Ante lo cual, explicó que ello demuestra que “la teoría del derrame no funciona”.
Agregó que “se requieren políticas públicas específicamente diseñadas para combatir la desigualdad”.
También reconoció que “no es suficiente con transferencias monetarias entre los distintos sectores de la sociedad con la intermediación del Estado”.
Si bien admitió que a veces dichas transferencias “son necesarias”, aseguró que “tienen que ser coherentes con una política de combate a la desigualdad y a la discriminación”.
El jerarca de gobierno también indicó que a su entender es “más fácil combatir la pobreza que la desigualdad, ya que la última implica ir a los factores estructurales de que hacen que la desigualdad de derechos y de oportunidades haya estado presente durante tanto tiempo en nuestras historias”.

Modernización de infraestructura

Por otro lado, Astori se refirió a los desafíos que afronta Latinoamérica.
En tal sentido, entre los principales retos mencionó a: “la modernización de la infraestructura, la industrialización basada en la innovación y el progreso, además del combate de la pobreza, la desigualdad y la corrupción”.
Astori también dijo que el camino para enfrentar los problemas de la región tiene que ser: “la profundización de la democracia, en un escenario de valores superiores como la libertad, la justicia, la igualdad de derechos y oportunidades, la participación y la prosperidad”.
Agregó que el continente tiene un importante potencial económico, pero advirtió que actualmente sufre un “deterioro en la confianza y en la legitimidad en el sistema político partidario”.
Habló de que no  hay futuro sin partidos políticos, y de la necesidad de estimular en forma permanente la participación ciudadana.

 "Cabe señalar que el pobre desempeño económico de la era neoliberal difícilmente pueda ser considerado como sorprendente (...) Difícilmente podría haber sido más decepcionante"[8]. "Mientras la tasa de crecimiento medio del PIB latinoamericano durante las décadas de 1960 y 1970 era respectivamente del 5,32% y del 5,86%, ha pasado al 1,18% durante la década perdida de 1980, y a 3,05% durante la década de 1990. Aun admitiendo que el crecimiento vigoroso del periodo precedente, basado en un modelo de "sustitución de importaciones" por la producción local, se caracterizaba por un horizonte de sostenibilidad limitada, los rendimientos del modelo neoliberal son globalmente desastrosos"[9]. Queda claro entonces que el rendimiento económico fue limitado. Ahora, ¿Se hizo realidad aquella teoría del "derrame" que sostenía que el crecimiento (sin tener que ser muy grande) iba a generar una abundancia suficiente para todos mediante un proceso de "derrame" de las riquezas creadas?

Atilio Borón

 Astori y Mujica brindan con la representante del Banco Mundial

Con el neoliberalismo no se arregla

"¿Qué quiere la clase media, por qué se lanza a protestar en países exitosos como Chile o Brasil?", preguntó el exministro venezolano Moisés Naím.
Allí Lorenzo, reconoció que "la prosperidad ha generado más oportunidades para más personas que en el pasado y aumentado para gente que antes estaba muy por debajo en niveles de consumo".
"Pero", precisó, "eso es muy diferente que generar clases medias". En este sentido, coincidió Marta Lagos, directora del Latinobarómetro, al señalar que es "la clase baja la que está en la calle" en América Latina.
En el mismo foro organizado por el BM y El País de Madrid, el secretario general Iberoamericano y expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señaló que la clase media en el futuro puede ser un foco de conflicto hacia la gobernabilidad. "En la medida en que el sistema político sea capaz de garantizar un mayor crecimiento basado en una mayor eficiencia, atendiendo no sólo a paliar las desigualdades sino a la gran transformación de la productividad, se evitará este problema", aseguró.
Mientras, el presidente del BM Jim Yong Kim afirmó que "La clase media en Latinoamérica es especialmente relevante para el Banco Mundial" y planteó: "¿cómo podemos mover a los estudiantes (...) a escuelas de más calidad?". Para ello es necesaria "una gran transformación" con impulso a "los servicios públicos" y "garantizar condiciones" para "incorporar al sector privado y emprendedores".
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Frente Amplio: veinte años sin proyecto histórico

Antonio Elías (*)
10 de octubre del 2013


¿Quién construyó Tebas, la de las Siete Puertas?
En los libros figuran sólo los nombres de reyes.
¿Acaso arrastraron ellos bloques de piedra?
Bertolt Brecht

Segunda Parte: Avance electoral y retroceso ideológico

En las elecciones de noviembre de 1989 el FA mantuvo el 21% de los votos en el ámbito nacional, pero conquistó la capital, Montevideo, con 34% de los votos departamentales. La izquierda comenzaba a gobernar, por primera vez, sobre la mitad de la población del país.

En febrero de 1990, Tabaré Vázquez asume como intendente de Montevideo. Unos días después, asume la Presidencia de la República Luis Alberto Lacalle, del Partido Nacional, quien promoverá las medidas de shock neoliberales impuestas en América Latina.

Coinciden, en esos primeros años de la década de 1990: la primera instancia de gobierno de la izquierda; una intensa movilización popular contra las políticas neoliberales del gobierno nacional, que en 1992 logra por referéndum derogar parcialmente la ley de privatizaciones aprobada por los partidos tradicionales; y en ese mismo año de 1992 se produce la ruptura del Partido Comunista Uruguayo –el de mayor peso orgánico en el FA– en el contexto de la crisis del «socialismo real». Estos tres fenómenos tendrán gran incidencia en las definiciones políticas del Frente Amplio y en su vida orgánica, en el contexto de una ofensiva ideológica neoliberal a nivel continental que influyó en la intelectualidad, el mundo académico y en sectores de izquierda.

En su primer gobierno municipal el FA impulsa una importante experiencia democratizadora y participativa - Centros Comunales Zonales, Juntas Locales, Consejos Vecinales – y realiza una gestión relativamente eficiente. Lo cual le da una creciente legitimidad – a pesar de que no se lograron los objetivos buscados – y le abre un nuevo horizonte de crecimiento electoral: conquistar el gobierno nacional.

En esa dirección, el Frente Amplio desarrolló una política de alianzas hacia las elecciones de 1994 buscando las «mayorías para los cambios», que se concreta en ese año bajo la denominación Encuentro Progresista (EP). Éste se define por: “la construcción de una sociedad democrática, progresista y solidaria, que impulse un desarrollo socialmente justo y económicamente auto sostenido, en el marco del sistema democrático y representativo.”[1] Dichas definiciones marcan un punto de inflexión, se abandonan postulados fundamentales del FA histórico y se asumen posiciones favorables a la administración del capitalismo.

El FA-EP proclama a Tabaré Vázquez como candidato a la Presidencia de la República y a Rodolfo Nin Novoa – ex dirigente del Partido Nacional - a la Vicepresidencia en un acuerdo básicamente de cúpulas. En esa elección se obtiene el 30,6% de la votación, en una relación de paridad en tercios con los partidos Nacional y Colorado, insuficiente para alcanzar el triunfo por mayoría relativa.

El objetivo electoral ocupa una importancia cada vez mayor en las definiciones políticas del FA, y aumenta el predominio de su condición de coalición a través de una política de desplazamiento del componente movimiento. Todo este proceso está atravesado por el conflicto entre los que sostienen que la legitimidad la otorga el peso electoral y los que afirman que la militancia en la base es el elemento fundamental.

La política de alianzas induce a la centralización de las decisiones en la negociación entre partidos - dentro y fuera del FA - y a una menor intervención de las bases en las definiciones programáticas.

En 1996 la derecha promueve una reforma electoral para bloquear un posible triunfo de la izquierda por mayoría relativa, introduciendo el requisito de mayoría absoluta y doble vuelta electoral (balotaje), así como la separación en el tiempo de la elección nacional y las departamentales. Oficialmente el FA rechazó esta propuesta aunque existieron fuertes controversias acerca de la postura a adoptar, lo que lleva a la renuncia del general Líber Seregni, quien presidía el FA desde su fundación. Algunos sectores políticos, como Asamblea Uruguay, apoyaron la reforma a pesar de la resolución orgánica en contra de la misma.

En las elecciones de 1999, en la segunda vuelta, el FA-EP pierde con 44,5% de los votos ante Jorge Batlle. Prominente representante de la derecha colorada, Batlle es designado el candidato único de los dos partidos tradicionales y otros partidos menores. La histórica oposición partidaria entre blancos y colorados fue superada para derrotar Al FA-EP. El hecho es novedoso en términos político-electorales, aunque la clase dominante ha actuado fusionada y con pocas fisuras desde la década de los setenta.

Con la mira puesta en el 2004, el Frente Amplio seguirá buscando ampliar sus alianzas políticas. En su IV Congreso (2001) plantea «el acuerdo social por el desarrollo humano y el crecimiento económico», una formulación muy alejada de las definiciones que dieron vida a la unidad de izquierda en 1971.

En el año 2002 estalla en Uruguay la mayor crisis económica de la historia del país, corolario de toda una década anterior con un modelo extrovertido, mercadocéntrico y excluyente que generó crecimiento con exclusión social. Las crisis estructural, productiva y de inserción internacional, con su correlato de pobreza y exclusión social agravadas por la fuga de capitales y la macro devaluación debilitaron al neoliberalismo y crearon condiciones para derrotar electoralmente a los partidos tradicionales, que son responsables de la misma.

En diciembre de 2003, el Frente Amplio realiza un Congreso Extraordinario en el que aprueba su programa de gobierno. La lógica que resume el pensamiento predominante en dicha instancia fue expresada por Eleuterio Fernandez Huidobro: “Este es el congreso de la victoria, compañeros, y a todo se puede renunciar menos a la victoria.” Brillante síntesis oportunista y pragmática que en adelante caracterizará a los sectores mayoritarios del frente amplio que han impuesto su hegemonía en los gobiernos progresistas.

El 31 de octubre de 2004 Tabaré Vázquez gana las elecciones en primera vuelta con 50,45% de los votos y la coalición integrada por el Encuentro Progresista, el Frente Amplio y la Nueva Mayoría (EP-FA-NM), logra la mayoría absoluta en las cámaras de Senadores y Diputados. En mayo de 2005 se ganan ocho intendencias municipales, las de mayor población e importancia económica.

La aplastante victoria electoral habilita la posibilidad de realizar cambios significativos en el marco institucional existente lo cual no sucedió por condicionamientos externos y claudicaciones internas.

No hubo alianzas electorales con partidos de derecha, pero sí se incorporaron dirigentes identificados con esas posiciones y fuerzas políticas de centro tibiamente opositoras al modelo neoliberal. El cambio esencial es una deriva hacia el centro de la propuesta programática de la izquierda, reflejado en la sucesiva ampliación de las alianzas. El programa de gobierno es laxo y abierto a múltiples interpretaciones, un rastrillo de amplio espectro que le permitió albergar en su seno concepciones políticas y estrategias de desarrollo diferentes.

Los militantes que se plantearon la estrategia de unidad social y política de la izquierda – Congreso del Pueblo, Convención Nacional de Trabajadores, Frente Amplio - y que la construyeron en las más duras circunstancias celebran la victoria pero, lamentablemente, el triunfo electoral es resultado, en buena medida, del retroceso ideológico y la implosión programática.

(*) Miembro de la Red de Economistas de Izquierda del Uruguay, docente universitario y asesor sindical.



2 comentarios:

  1. Astori es un economista pancista, es un neoliberal, que bajo el pretexto de pagar la deuda externa se entro en la maquina de multinacionales, sin consultar con una participacion popular. Astori con sus impuestos ha asfixiado a los trabajadores.
    Es hora que se vaya. Es un lacayo del banco mundial. Arriba los que luchan!!!!

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  2. Con respecto a Palito Ortega salio de la pobreza para convertirse en la escoria y lacayo de los militares.
    Sus canciones pegadizas siempre justifican la pobreza, el desamparo, la falta de pan y salario.
    Es la escoria salida, y cantante de los militares. Durante la dictadura Argentina las canciones de esta escoria.

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