martes, 9 de septiembre de 2014

NBA y la deslegitimación bien desde abajo

PENSEMOS QUE EL DÍA DESPUÉS YA EMPEZÓ Y QUE EL NARCICISMO ES DERROTABLE

"El régimen que impera en nuestro país tiene una cara y una careta. La careta es esa apariencia de libertad y democracia que sólo experimenta la gente rica y que se muestra para el exterior. Pero la democracia burguesa en nuestro país, como la democracia burguesa en todos lados, no resiste la prueba de fuego de la lucha de clases. Aquí ha caído por completo la careta y ha quedado al descubierto una cara siniestra, que evoca las macabras fauces del fascismo” (Raúl Sendic Antonaccio / allá lejos, allá cerca, por los ´60 / ´70)

La alternativa cierta y contundente que deslegitime de una buena vez el mito de una “democracia” que es en realidad la máscara de la dictadura burguesa, no es otra que la abolición drástica del capitalismo.
Es una verdad “de Perogrullo”, se dirá con razón.
Pero lo que no es verdad es que hasta que se produzca la revolución que destruya todos los mitos “democrático”-burgueses destruyendo la sociedad del robo y el crimen organizados, tendremos que estar necesaria e invariablemente involucrados en cuanta rebatiña electoral nos caiga del cielo, como tampoco lo es que necesaria e invariablemente debamos estar completamente ajenos a ellas.
El proceso de deslegitimación de las “reglas de juego” impuestas por la clase dominante, culmina, naturalmente, con la revolución, pero se inicia y se va acentuando cuando estas mismas “reglas de juego” resultan insuficientes para que el sistema pueda mantener silenciado y encorsetado a un movimiento popular para el que los opresores solamente concibieron la esmirriada acción política de participar periódicamente en el bendito e infecundo sufragio universal de los dados cargados por los que siempre ganan por este camino de engaños y fantasmagorías mediático-propagandísticas que por sí solo no representa peligro alguno para la clase dominante.
Empieza como autodeslegitimación vanguardizada por una burguesía irremediablemente condenada a ir eliminando de hecho las diferencias entre formas y contenido de su propia dominación.
Los primeros movimientos de desenmascaramiento dictatorial del capitalismo y de exhibición plena del carácter falaz de todos los mitos burgueses, proceden de la misma burguesía que los ha creado, e inducen al pueblo a considerar formas y contenidos de lucha que rebasan los propios límites estériles de la trampa “democrática”.
El proceso deslegitimador empieza cuando la naturaleza esencial e inmodificablemente reaccionaria del Estado burgués ya no puede contenerse a sí misma y estalla en sus propios desbordes de exacerbación del poder ante la evidencia de que los pueblos terminan descubriendo más tarde o más temprano la acción política directa y no intermediada por el idílico espíritu conciliador de sectores que proclaman “un nuevo mundo” y apañan el existente.
“(…) AQUÍ HA CAÍDO POR COMPLETO LA CARETA (…)”
Esto que decimos no es historia de otros pueblos, solamente.
Es también nuestra propia y joven historia, que enseña que, para el pueblo trabajador, recoger o no el guante “democrático-electoral” es algo estrechamente condicionado por factores que, obviamente, se presentan mucho más complejos y difíciles de analizar en condiciones de dispersión, atomización y crisis de sus organizaciones político-sociales enfermas de sectarismo, ausencia de voluntad unitaria y escasa conciencia de clase.
Es decir, la norma, casi, mientras sea muy fuerte la hegemonía ideológica de la burguesía, es que no haya posibilidades de llegarse a una visión más o menos consensuada respecto a si participar o no, y cómo, de cada reedición del gran-pequeño mito sagrado que en “condiciones normales” adquiere la apariencia de razón de ser tanto para los opresores como para los oprimidos.
La norma es que lo electoral refleje nítidamente la correlación de fuerzas verdadera y no ideal, de la porfiada y muy desigual lucha de clases.
Dejando de lado consideraciones clásicas acerca de la vía electoral como medidor o calibrador del estado de ánimo popular y de sus potencialidades (se supone que no para “estar informados” únicamente, sino fundamentalmente para tener una idea realista de qué estrategia masiva de intención revolucionaria es posible ensayar), en el Uruguay de hoy, concreto y nada abstracto, ha asomado en el horizonte el fenómeno “espontáneo” NBA, que no responde a los resultados de ningún gran debate en las filas del pueblo y sus organizaciones políticas, sino a algo que estaría muy bueno que todos tratáramos de entender para vislumbrar posibilidades de rectificación de posicionamientos que en última instancia son también un portentoso reflejo del gran-pequeño mito burgués imperante con más bríos de lo que desearíamos, a pesar de todo, aún entre quienes predicamos la necesidad de romper esquemas de acción política y aventurar alternativas que vayan desacomodando la prolija estrategia burguesa.
No es, pues, nada sorprendente que luego de estos treinta años de paréntesis “relegitimador” de la legalidad burguesa posterior a la despiadada deslegitimación de su propia careta democrática materializada con el golpe de Estado ´72/´73 (su golpe de Estado, el de la burguesía blanqui-colorada) y una docena de años de persecución y terror, haya asomado a la superficie político-social, ahora, una nueva expresión de tímida deslegitimación, esta vez desde bien abajo, inorgánica, casi insignificante, diversísima, no vanguardizada ni vanguardizable por nadie, muy orejana y chúcaramente desconfiada de “los políticos” y “la política”, pero sí admirablemente masiva y pertinaz en su resolución de decir “gracias; recién tiré”…
No han sido treinta años precisamente de avances populares sintetizados en los sucesivos “comicios”, aunque, por cierto, los resultados de los últimos sugirieron una importante voluntad mayoritaria de ensayar tímidas reformas políticas de signo “progresista”.
“(…) Y HA QUEDADO AL DESCUBIERTO UNA CARA SINIESTRA (…)”
La pura y dura verdad, es que estas tres décadas significan la patética y fraudulenta consolidación de un modelo de capitalismo absolutamente funcional a los intereses imperialistas más nocivos y un masivo desaliento, apenas disimulado por el empuje atrevido y la “fama progre” de sus principales exponentes mediáticos en pleno “mercado libre” de la enésima campaña proselitista del “democrático paisito”.
No es ni de lejos algo semejante a la deseada deslegitimación revolucionaria que algún día llegará; pero tiene una carga subjetiva que sí es significante, pues pone el acento en el rasgo más sobresaliente de la vigente y súper maquillada legalidad burguesa, como lo son, sin dudas, las intermitentes instancias electorales con sus consabidos torneos de alardes transformadores para el definitivo y postergado “bienestar de los más infelices”, cuando en realidad son la forma de existencia “normal” de una sociedad para la que la democracia auténtica es sencillamente impracticable por más urnas que encontremos por doquier y por más geniales que sean los discursos programáticos.
Habría que saber magia o tener una encuestadora propia para payar una aproximación a las muy diversas y sutiles motivaciones de cada quien o de cada sector social resueltos a la movida que hemos dado en llamar vagamente NBA (nulo, en blanco, abstención).
Es palpable, sin embargo, que el grueso de esta pequeña masa crítica que podrá pasar inadvertida en las encuestas previas aunque no en la jornada y las postrimerías del 26 de octubre de 2014, es en su inmensa mayoría principalmente de frenteamplistas desencantados y no convencidos por los planteos electorales de izquierda, y un número nada desdeñable de jóvenes habilitados para votar por primera vez, menos propensos todavía a considerar seriamente propuestas que significan apenas volver a ocupar escaños en un parlamento que no tiene drama alguno en despedir a algún nuevo Germán Araujo que se atreva a socavar los cimientos y los buenos modales “republicano-democráticos”.
Obsérvese que desde el súper matizado espectro NBA no hay prácticamente respuestas públicas a las a veces muy duras y gruesas “críticas” que le llegan desde algunos sectores que no comparten la alternativa “gracias; recién tiré” dentro del espacio no oficialista / no “opositor”. Se intuye fácilmente que cada cortar grueso en contra, venga de donde venga, parecería reforzar la voluntad por este “voto inútil” (¿?); es como si se olfateara que no responder tiene que ver también con la deslegitimación del mito, desde bien abajo y bien al margen de las formas clásicas del “debate” político al santo cuete.
“(…) QUE EVOCA LAS MACABRAS FAUCES DEL FASCISMO (…)”
Pero obsérvese, además, que los comprometidos en la defensa a ultranza del democratismo burgués tradicional, permanecen muy callados, sin mostrar preocupación por una ola NBA que no se verá jamás reflejada creíblemente en los datos de encuestadoras claramente vendidas al poder político, no porque sí, por supuesto (de hecho, sus jefes son parte de la clase dominante).
La casta profesional del modus vivendi burgués / pequeñoburgués tiene muy clara la significación de la opción NBA contraria a la inercia electoralera del “mal menor” y cuanto más pueda invisibilizar su existencia, tanto mejor; menos riesgo correrá de “tentar al diablo”…
Y será así aún cuando los escrutinios del 26/27 de octubre revelen la impactante novedad de la existencia de una fuerza política imberbe pero audaz, a la que se querrá silenciar con métodos de ninguneo que sólo funcionan cuando los movimientos políticos dependen de la caja de resonancia mediática controlada por la clase dominante.
Muestran preocupación quienes no debieran tenerla sin miraran un poco más agudamente y más allá de octubre; no la muestran los que sí se justifica que la tengan, los que ya tienen muy claro que en el nuevo bingo que se avecina, la fuerza inorgánica e “indiferente” NBA, terminará decidiendo por la vía más peligrosa para los poderes consagrados como inamovibles: la deslegitimación de sus reglas de juego, el tránsito tímido pero cierto por un camino que se sale de los carriles históricamente controlables por la burguesía.
Al día siguiente de la elección, la casta privilegiada pasará raya sin titubeos y sumará NBA más todo lo demás sumable a lo que para ella será un todo idéntico contrario al engaño burgués; para ella sí esta vez el sufragio funcionará como termómetro del estado de ánimo popular presente y potencial y tratará de dar con la adecuada estrategia anti.
Estaría bueno –muy bueno- que del lado del pueblo no se esperara al día después para rectificar apasionamientos actuales que después de tanta experiencia acumulada, no deberían conducirnos ni a la ceguera política ni a una fatua petulancia de fanatismo de fútbol de campito… Estaría bueno que cada quien defienda su punto de vista con firmeza respetable, pero no estaría bueno que desde ya, dos meses antes del día después, los métodos (los métodos, siempre ellos) colocaran de antemano absurdos escollos ante una realidad que es promisoria no gracias a un exceso de optimismo populachero marca NBA, sino que lo es porque ni siquiera se necesita el 26 de octubre para visibilizar lo bien visible:
Cada cual se posicionará según su leal entender, pero la democracia burguesa se agotó, y no porque lo hayamos decretado una manga de locos del diablo que gritamos “votamos luchar”. Tras las mil deslegitimaciones burguesas, ha llegado la hora de la pequeña-gran deslegitimación del pueblo trabajador y ella se expresará no solamente en las urnas bendecidas del sistema capitalista también agotado, sino también en otras expresiones que un día hallarán su punto culminante en la destrucción de toda la mitología antigua de esta sociedad de la injusticia y la mentira, totalmente caduca y que, caduca y todo, hecha carozo, infecunda completamente, sigue pretendiendo convencernos de que eternamente habremos de bailar al son de sus también caducas reglas de juego.
El día después está cerca y será verdaderamente un día histórico que merecerá el festejo de los que de un modo u otro siguen chapuleando en el barro sin enterrarse en él; para que sea así, sinceramente así y sin ínfulas de iluminados, también seria saludable que así como surgió, sin caudillajes ridículos ni falsos profetas, la fuerza NBA se mantenga alejada, lo más lejos y distante posible, de viejas muletillas sectarias que enferman y destruyen los necesarios senderos de la deslegitimación burguesa y postergan la imprescindible legitimación del poder popular en aras de pueriles narcicismos que deben morir junto al mismo poder burgués y sus bestiales mitos narcicistas.

Gabriel –Saracho- Carbajales / Montevideo, 8 de setiembre de 2014 / Año de la Dignidad



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